La historia de Talita Kumi, relatada por su Fundador

Cuando empecé a salir a las aldeas, la palabra clave que más utilicé era wakliik (levantarse), porque no pocas veces encontré a hombres y a mujeres literalmente tirados en el lodo por la borrachera. El sentido de wakliik tiene un rico significado figurativo: no solamente levantarse del sitio en el que se está, sino también levantarse de la pobreza, de la ignorancia, de la esclavitud, y de la explotación laboral.

Nace Talita Kumi

Al principio no pensé en escuelas o colegios, sino sólo cursos de alfabetización acelerados para adultos. Cuando empezó a formarse la Pequeña Comunidad de las Hermanas de la Resurrección, muchas jóvenes llegaron de las aldeas para cursar la escuela primaria. Sin ningún plan en mente, había comprado un terreno donde actualmente se encuentra el Centro Talita Kumi. Providencialmente vino una oferta financiera para establecer centros educativos en la Misión Salesiana de Carchá, uno para varones y otro para muchachas. A las Hermanas les pareció muy apropiado ponerle al centro de las muchachas el nombre de Talita Kumi (palabras textuales de Jesús en su dialecto arameo que quiere decir: Niña, te lo digo, levántate). Así empezó el Centro Educativo Talita Kumi.

Para realizar la construcción de los diversos ambientes y para poner en marcha el centro educativo, era necesario un pequeño núcleo de oficina con un administrador, un contador y un dibujante. Mientras estaban terminando la construcción, me dice el administrador, Otoniel Gamboa: Padre allá hay un grupo que se llama CARE, que está dispuesto a financiar un proyecto para ayudar a los campesinos a mejorar sus siembras y criar animales domésticos.  Inmediatamente respondí que sí, porque esto era para poder ayudar a los campesinos. Debo decir que yo soy de origen campesino. Mis papás eran una familia que vivía en extrema pobreza. La experiencia de mis padres de cómo se levantaron de la pobreza, me hizo creer en el poder campesino.  Acepté la oferta de CARE, y empezamos con una pequeña granja como modelo para enseñar a la gente de las aldeas. Yo estaba encantado por el proyecto porque mi idea siempre fue ayudar a la gente a mejorar sus ingresos económicos familiares. Así empezó el primer proyecto, después vino SHARE con otro proyecto similar al de CARE. Estos proyectos nos llevaron a adquirir nuestra personalidad jurídica como una Fundación para el Desarrollo y Educación de la Mujer Indígena.

Crecimiento

En el frente de la casa hay un monumento a la Divina Providencia; Dios siempre nos ha dado todo, pero en ese monumento se hace mención a algunos de nuestros bienhechores. El primer bienhechor aquí fue la Fundación Kellogg que nos ayudó con la construcción y puesta en marcha del primer Centro Educativo Talita Kumi. Después vino KFW, una entidad bancaria de Alemania, que nos ofreció financiar una réplica de este centro en otro lugar, y así fue cómo nació el Centro educativo que se construyó en Carolina, Chisec.

Y luego cuando el pueblo de la Zona Reyna, Quiché, nos pidió un centro educativo, una persona generosa de Estados Unidos ofreció una donación para construir una escuela. Esa coincidencia era providencial. Así se estableció el Centro Educativo en la aldea de Campamac en la Zona Reyna, Uspantán, Quiché. Y, por último, el señor Obispo de Izabal ofreció a las Hermanas un internado para muchachas campesinas, dirigida por una comunidad de religiosas que se retiran de dicha obra. Gracias a la invitación del Obispo quien también ofreció terreno e instalaciones para comenzar un centro educativo con internado, en El Estor, Izabal. Como pueden ver claramente, todo ha sido una obra de la Divina Providencia.

Se logra una Universidad

Siempre hemos buscado seguir apoyando el proceso educativo de los campesinos, por eso iniciamos en el año 2015 un nuevo proyecto en educación superior, con la Universidad Mesoamericana.  Esta Universidad debe responder a las necesidades de la región. Pensamos que, para la liberación de la esclavitud de los indígenas, el primer paso es hacerlos crecer en la autoestima pasando de ser mozos a ser dueños.  Abrimos el primer año con la carrera de licenciatura en Administración de empresas.  

La visión de nuestra universidad es producir administradores de empresas, dueños de sus propias empresas, no importa sean grandes o pequeñas. En el segundo año comenzamos la Carrera de trabajo social, para empoderar a los campesinos en asuntos sociopolíticos de sus comunidades locales, municipales, y por qué no, también nacionales. Gracias a Dios la mayoría de los universitarios son indígenas con un buen porcentaje de mujeres.